Los maridajes imposibles tienen algo de bueno, y es que siempre son posibles. Así lo demostró Glenmorangie en una cena celebrada en Sir Winston Churchill´s para recibir por primera vez a Bill Lumsden, director de la casa Glenmorangie, que además de presentar las mejores referencias de la casa, demostró tener un humor al más puro estilo escocés. Una cena excepcional de nuevo con la firma LVMH México como anfitriona, dirigida por Jerome Seignon.
Por María Forcada
El menú y su maridaje:
Sopa de almejas con Glenmorangie The Original. Aromas florales y cítricos, especialmente piel de naranja y azahar, que vuelven a salir en boca y que acarician el sabor salino de esta crema impecablemente ejecutada. Un toque de vainilla se queda en el retrogusto.
Haggis with tatties and nips con Glenmorangie Nectar D´Or. De difícil traducción, pues es un típico plato escocés que consiste en rellenar el estómago de la oveja con sus vísceras (menudillos, hígado, corazón…) y especias. Se cuece todo junto y se sirve picado. Corresponde maridarlo con un Glenmorangie potente, especiado, envejecido en barricas de Sauternes. Almendras, nueces, gengibre y toffee se divierten en nuestro paladar.
Solomillo Wellington con salsa de morillas con Glenmorangie 18 Years Old. Rosado, firme, jugoso, tierno, perfectamente envuelto por el hojaldre y bañado por una suave salsa de crema de morillas. El Beef Wellington fue sin duda el centro de atención de la cena. Para acompañarlo no podía haber algo más perfecto que este malta criado en roble americano y botas de Oloroso, lo que le confiere notas de fruta seca, ahumados, tabaco y otros aromas de seriedad aterciopelada.
Cranachan con almendras y frutos rojos con Glenmorangie Signet. Postre emblemático de escocia, donde la untuosidad de la crema predomina, siendo agradablemente matizado por este Single Malt absolutamente especiado donde se utilizan los maltas más viejos de la casa. Unas notas achocolatadas permanecen en boca.