No importa el momento del año. Ni el frío, ni la lluvia. París es de esas ciudades en las que las inclemencias no afectan a la bondad del viaje. Meca gastronómica por antonomasia, probablemente tendrían que vivirse varias vidas –y en cada una de ellas, viajar constantemente a la capital francesa- para acabar de descubrir todos sus rincones y productos gourmet. Ergo, aunque un viaje no sea suficiente, ni una simple escapada de dos días colme las ansias por conocer y degustar París, bien se puede empezar por lugares clásicos o modernos. ¡Qué más da! En apenas 48 horas la experiencia puede resultar maravillosa.
Por Alexandra Sumasi
Le Comptoir (9 Carrefour de l’Odéon), el bistró del hotel Relais Saint Germain, siempre está a rebosar. Con entrada independiente desde la calle, lo abarrota un público mitad foráneo y mitad francés. Abrió en 2005, bajo la batuta del chef Yves Camdeborde, un experimentado cocinero de gran prestigio en la capital francesa, curtido en las cocinas del Ritz y de su propio restaurante, La Régalade, en el distrito XV. Probablemente, Le Comptoir fue el primero de los neo-bistros que ahora pueblan la ciudad, el fundador de lo que viene a llamarse bistronomie, esto es, una fórmula gourmet a precio moderado. En Le Comptoir tienen menú gastronómico en torno a 50 euros: una buena forma de sumergirse, nada más llegar, en la cultura culinaria de la capital francesa y de uno de los barrios con más encanto de la ciudad, Saint Germain des Près.
Y de la cuna de la bistronomie al más trendy de los neo-bistros, Semilla (54 Rue de Seine), tan solo hay unos pocos pasos. Abierto todos los días, en horario continuo, es uno de los lugares más solicitados de la capital francesa. Su apuesta: cocina tradicional francesa con producto de cercanía y de proveedores de confianza. Además, la lista de vinos por copas es larga, y los precios, son contenidos. Los días de diario a mediodía tienen menú, y comer a la carta se sitúa en torno a los 45-55 euros. Aunque el público es cosmopolita, los foráneos suelen ser habitantes de la ciudad. A Semilla va gente guapa pero muy gourmet.
Patear la ciudad es un ejercicio obligado en París, y para reponer fuerzas sin darse un homenaje que nos deje paralizados y con ganas de hacer la siesta, un buen lugar es La Table du Fromager, en la planta sótano de Lafayette Gourmet (40 Boulevard Haussmann), donde la fórmula es sencilla: una tabla de quesos (puede diseñarse a medida) o una omelette de huevos ecológicos (solo huevo o con comté) acompañadas ambas cosas de un bol de ensalada, a precio fijo (en torno a 15 euros). Comida rápida de calidad, a buen precio, y que se puede acompañar de un excelente vino con precios contenidos. Recomendación: un Borgoña Aligoté de la bodega Joseph Drouhin que se sirve por copas (5 euros) o la botella. A reseñar la magnífica temperatura de servicio del vino que tienen en este espacio.
Cuando cae la noche es hora de rendirse a la gastronomía con mayúsculas y visitar algún restaurante con estrella Michelin. Goust (10 Rue Volney), propiedad del sumiller Enrico Bernardo (quien a los 24 años fue galardonado con el título de Mejor Catador del Mundo), ostenta una estrella de la Guía Roja. El chef, José Manuel Miguel, español afincado en París, logró la distinción hace año y medio, cuando todavía no llevaba ni un año al frente de la cocina. La propuesta gastronómica de este bello restaurante situado en la planta superior de una galería de arte es, eminentemente, mediterránea. Muy basada en el producto y la temporalidad, es elegante y ligera. Obligado (o más bien recomendable) dejarse aconsejar con los vinos, e incluso, dejar que el personal maride cada uno de los platos. ¿Cómo no ponerse en las manos del mejor catador del mundo? Y ojo al dato: precios muy moderados con un menú degustación por la noche a 90 euros (sin vino).
Y como colofón al último día, ¿por qué no una locura? ¡Una paella en París! Alberto Herráiz ofrece paellas y fideuàs (una especie de arroz seco aunque hecho con fideos, típico del Levante español), con tapas de primero en el restaurante El Fogón (45 Quai des Grands Augustins). «Créations culinaires espagnoles», las llama él para sus numerosos fans franceses. Además de que las paellas están muy bien hechas, quizás los foodies que visiten el lugar tengan ocasión de ver a alguno de los grandes chefs franceses, ya que no es raro que los domingos visiten El Fogón.
Y con la cosa del comer, ¡se nos olvidó dormir! Permítanme una recomendación poco lujosa pero muy cinéfila. ¿Acaso no les gustaría dormir bajo el mismo techo que Quentin Tarantino, donde el cineasta norteamericano ultimó el guion de ‘Pulp Fiction’? Tal hecho aconteció en La Louisiane ( 60 Rue de Seine), en pleno corazón de Saint Germain des Près. Céntrico, en un precioso barrio, y con unos deliciosos croissants en el desayuno. ¿Se puede pedir más?