Nacida en el seno de una familia dedicada al mundo de la Publicidad, Eva Vale buscó su propio camino en las artes plásticas. Actualmente es una de las artistas contemporáneas más reconocidas de México cuyo sello personal resulta refrescante y fácilmente reconocible. Felizmente casada, amante de la cocina nipona y enamorada de las ciudades más cosmopolitas de los Estados Unidos, describe sus piezas como fácilmente masticables. “Mi obra es fresa porque yo soy fresa”. Sin embargo, cada una de sus creaciones tiene un componente social y, sobre todo, tiene un compromiso con ella misma.
¿Cómo se inicia Eva Vale en el mundo del arte?
Cuando terminé la Prepa (Bachillerato) pensé en ser abogada, estudié economía… Pero pronto entendí que debía hacer algo que realmente me gustase hacer y por lo que me pagaran. El arte era perfecto, pero no sabía lo que implicaba, ni siquiera tenía ni idea de qué era un artista contemporáneo. Entonces me propuse cultivarme en este mundo, leer libros, aprender. Entré a estudiar en La Esmeralda, la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado en México DF. Al principio me frustraba que mi dibujo no se pareciese a la realidad, así que empecé a dejarme llevar, a buscar mi línea y a trabajar duro.
¿Por qué esa tendencia hacia el mundo femenino?
Siempre me ha gustado la moda y el mundo fashion, es como un cuento de hadas para adultos. Mi estética visual desde niña se ha centrado en Vogue y en revistas Lifestyle, por lo que el estilo de la mujer me resulta fácil de representar… Tengo alguna serie dedicada al hombre pero no es tan moldeable. El ojo de un hombre, por ejemplo, se dibuja con pequeños toquecitos para no desvirtuar sus rasgos y el de la mujer te da más libertad de movimiento. Por eso me dedico a representar a la mujer, niños y objetos.
¿Qué relación establece entre arte y concienciación o reivindicación?
La parte social me interesa muchísimo, he logrado entender que cuando tienes una voz, tienes que utilizarla bien. La serie que hice junto con Avon para la campaña Alza la Voz en contra de la violencia doméstica era un tema complicado porque el arte no puede sanar el problema, pero sí puede aportar algo, al menos una llamada de atención. Para realizar mis obras entrevisté a seis personas relacionadas con la violencia, desde mujeres afectadas hasta maltratadores en rehabilitación, sin afán de etiquetar, pero sí de comprender. De ahí recogí varias frases que tuvieran sentido, tanto dentro del contexto de la violencia como fuera, frases que se identificasen con el público: la gente buena si existe, el que se queda sentado se queda pegado, no sé a dónde vas si no de dónde vienes, tus palabras tiene fuerza… Mi idea era que de lo negativo saliera algo positivo. Con esta acción Avon se puso en un lugar muy correcto porque nadie quiso llevarse el protagonismo, las imágenes en la calle no estaban firmadas ni por Avon ni por mí, las piezas debían tener impacto por sí mismas.
También se dedica a la docencia…
Doy clases en La Esmeralda y antes lo hice en Preparatoria. Si alguien me hubiera explicado desde el principio cómo funciona la mercadotecnia en el mundo del arte para mí hubiera sido más fácil entender el proceso.
El salón de alta gastronomía Millesime ha contado con sus obras en varias ocasiones, ¿por qué funciona tan bien el tándem arte- gastronomía?
Mi relación con la gastronomía es personal, me encanta comer de todo e incluso tengo un Juice Bar en Santa Fe. Pero además considero que la cocina es un arte en sí, no solo física y química, tiene la magia de la sazón, por eso arte y gastronomía forman una alianza perfecta.
En México, ¿se consume arte?
El público empieza a entender que las paredes blancas no dan calidez, -es como la casa de unos recién casados, no expresan nada -, así que compra arte. Pero hay que entender que esas obras serán parte de tu casa y, a no ser que sea como inversión, deben ser piezas que te cautiven.
Por otro lado, en concreto mi obra es muy fácil de entender, aunque que para mí presente una complejidad personal. Es muy cómoda porque, en su lado fashion, la composición es muy similar a la publicidad y la mirada se acostumbra fácilmente. Quizás piezas más conceptuales exigen una preparación, pero México, por lo general, ofrece arte consumible.
Juega con los conceptos pero también con los materiales, ¿cuáles son sus colecciones más significativas?
En efecto, voy mucho a las ferreterías a recoger materiales y me gusta trabajar con plumilla y tinta china, porque aporta velocidad, y con acrílico, porque seca rápido. Suelo emplear materiales rígidos, pero también billetes, servilletas o madera.
Mis obras en aluminio de La Señorita Banana son divertidas porque el material tiene su propio lenguaje. Cada una es un montaje de mi propio mundo, un diálogo íntimo, pero cuando lo termino empieza a ser parte del espectador, de su imaginación, que a veces es más maravillosa que mi propia historia.
Los trabajos en Bic sobre madera son un recuerdo de esa pluma que todos hemos utilizado en la escuela y con la que rayábamos la banca… Este gesto es una necesidad de decir “aquí estuve” y todos queremos decir eso, a no ser que exista una limitación moral. Esta serie se titula Bebés Gangsters y simboliza la necesidad y la simplicidad de decir “NO”, algo natural en los niños.
En Bitácora por Correo realicé 365 piezas en 365 días con diferentes materiales basados en una contra-postura a Lipovertsky en su libro “La era del vacío” y One Lucky dollar Bill es una de mis series favoritas porque es una síntesis de cómo funciona el arte, cómo se revaloriza. Un dólar + un paquete emocional de punto y línea (cuya condición es que sean caricaturas únicas e irrepetibles)= 100 dólares (que es el valor por el que vendo cada uno).
Todo parece llevar una línea muy intimista o social, ¿hace trabajos por encargo?
No me gusta hacer piezas por encargo. Me gusta sentir que mi obra es obra. Otra cosa es que utilice libremente el rostro de alguien en una serie y luego esa persona quiera adquirir la pieza. Hay gente a la que quiero dibujar, pero solo porque su rostro funciona bien en grabado.
Esos artistas a los que admira…
Reviso y descubro constantemente nuevos artistas porque nunca sabes cuál te va a sorprender de repente, pero podría citar algunos como Vik Muniz, Jeff Koons o Takashi Murakami.
Un sueño…
Paredes gigantescas, de 40 x40, cada vez necesito espacios más grandes donde poder expresarme.
Eva Vale fue invitada a la Feria del Mundo Expo Milán 2015 para presentar la exposición “Una mexicana que fruta vendía” en el pabellón de México. Una serie de 8 piezas sobre cajas de cartón. También ha hecho el mural del Infonavit, sumándose así al movimiento naranja que lucha contra la violencia doméstica. La pieza mide 6 x 10 mts y está expuesta en el edificio del Infonavit de Barranca del Muerto, a la vista de todos.