Si el último en cambiar los flashes por los fogones ha sido el famoso diseñador americano, uno de los primeros en aventurarse en el difícil arte mezclar sabores fue el desaparecido modisto Gianni Versace. El genio italiano que se adelantaba a su tiempo fue también un visionario a la hora de entender que moda y gastronomía podían ser dos caras del mismo billete.
T.L.
Aunque en la actualidad cuenta con cuatro resorts, todos en Australia, en el año 2000 Versace se convirtió en la primera marca de moda de la historia en crear su propia cadena de hoteles. El Palazzo Versace, bautizado así en honor a su creador, sigue siendo a día de hoy un referente del exceso y el lujo. La casa Versace es la encargada de supervisar desde las vajillas hasta las sábanas de este oasis ubicado en la exclusiva costa de oro australiana. El castillo del bambino de la moda cuenta con casi 200 habitaciones, 72 condominios, un lago artificial de 36 metros de largo y, por supuesto, tres restaurantes de lujo.
Al frente del buque insignia, el restaurante Vanitas, se encuentra el chef de origen británico James Fiské quien firma una carta sofisticada y recargada en sabores como la propia línea de moda. Platos como el gnocchi parmesano, a la trufa y con alcachofas, o invenciones como la coliflor, con wasabi, col y bonito, convierten el menú en una auténtica pasarela de sabores a los que de vez en cuando se unen gustos locales como la carne de canguro, o el pudding negro.
También con nombre propio y venido desde Italia Giorgio Armani fundó en 1998 un grupo de hostelería que engloba restaurantes, cafés y clubes de noche. Con una flota de establecimientos que van desde Milán a París, pasando por Abu Dhabi, Estambul o Dubái, el último experimento del modisto de las estrellas fue la inauguración de un café conceptual durante el pasado Festival de Cannes.
Minucioso hasta el extremo, cuentan sus colaboradores que la mano del diseñador se esconde detrás de cada uno de los detalles de sus restaurantes, incluyendo desde la iluminación hasta el menú. En su restaurante de Dubái, por ejemplo, la influencia de oriente y la clara inspiración italiana se combinan a la perfección en un menú que ofrece desde rissoto de menta con flores de coliflor, a la reinvención del mítico baba árabe convertido en este caso en un postre de ron y vainilla. Desde el año 2009 el diseñador cuenta además con un restaurante en Nueva York situado en plena quinta avenida.
En el caso de Roberto Cavalli, muy conocido por sus modelos atrevidos y llenos de print animal, fue la cercanía de un pequeño local a su tienda en Florencia lo que le impulsó a meterse de lleno en el mundo de la restauración. Tras convertir lo que era un café popular en un extravagante restaurante lleno de lámparas rococó y pieles de animales, el diseñador cuenta en la actualidad con nueve establecimientos repartidos por medio planeta. Uno de los más populares es el Cavalli Club Miami, donde hasta el vodka, que sirve para preparar ingeniosos cócteles, lleva la firma del diseñador. Muy recomendables son especialmente sus postres creados con chocolate traído especialmente de Sicilia, así como la barra de expressos que combinan el más puro café italiano con sabores a naranja o vainilla. Para paladares más exquisitos el establecimiento ofrece la posibilidad de degustar auténtico prosciutto curado y ostras frescas en su conocida Barra de Ostras.
No solo en ciudades cosmopolitas extiende su imperio gastronómico, el último proyecto de Cavalli fue inaugurado en la isla española de Ibiza el pasado mes de julio y cuenta con casi 21.000 pies cuadrados de jardín tropical. Más pequeño, pero mucho más popular, es su lounge club en Milán, donde suelen dejarse ver celebrities de la talla de Paris Hilton o la hija de Mick Jagger, Georgia May Jagger.