Accidentes de la naturaleza que dan como resultado auténticos y exquisitos productos gourmet
Afectados por bruscos cambios de temperatura o temidas plagas de hongos, estos productos que surgieron como un antojo de la naturaleza pasaron de ser patitos feos a convertirse en cisnes de la gastronomía.
Queso Roquefort, el rey de los quesos
Son muchas las leyendas atribuidas al origen del queso Roquefort, aunque la mayoría coinciden en que, durante la época del Imperio romano, un pastor que cargaba su leche recién ordeñada paró a descansar en la fresca gruta de Combalou, cayendo en un profundo sueño y abandonando la leche a la intemperie al despertar. Días después volvió en su busca, encontrándola cuajada y cubierta de moho. Cuando se atrevió a probarla descubrió que se había transformado en un verdadero manjar.
Por María Forcada (Fotos cedidas por la Oficina de Turismo de Roquefort)
La realidad es que el queso de Roquefort data de muchos siglos atrás, en el sur de Francia, en la región del Larzac. Las condiciones que propiciaron su nacimiento fueron la sabrosa leche de oveja de Larzac y las cuevas de Combalou, resultado del derrumbe de una enorme roca cuya ventilación, provocada por las fallas, aporta una temperatura y humedad constantes que favorecen el desarrollo del Penicillium roqueforti, el hongo causante de ese sabor picante tan particular y exquisito. Bautizado por el filósofo Diderot como el `rey de los quesos´, Roquefort sería el primer queso reconocido con Apelación de Origen en 1925.
Para su perfecta conservación, el Roquefort debe permanecer bien cerrado y aislado, preferiblemente en un ambiente húmedo y fresco. Se sirve a temperatura ambiente.