De la pasarela al mantel lo último de la haute couture ya no se vende en las tiendas de moda sino que se saborea en los principales restaurantes del mundo. Armani, Versace o Chanel son algunas de las marcas que han apostado por abrir sus propios espacios gastronómicos en una mezcla perfecta entre estilo y sabor.
Por Tatiana López
En el año 2009 la Asociación de Diseñadores de EEUU publicó un libro de recetas de cocina que recogía las 100 comidas preferidas de los principales modistos del país. “The American Fashion Cookbook”, según su título en inglés, rompía con el mito que asegura que para ir a la moda hay que pasar hambre, y desvelaba secretos tan jugosos como las tendencias al azúcar de Carolina Herrera o el gusto por las grasas de Norma Kamali.
Lo cierto es que la confluencia entre moda y sabor hace tiempo que se viene produciendo, impulsada sobre todo por la apertura de restaurantes de prestigiosos diseñadores. Versace, Armani o Chanel son sólo algunas de las marcas que han decidido poner etiqueta a sus restaurantes.
Tras estampar su nombre en perfumes, bolsos y gafas de sol, los genios de la aguja tejen ahora su imperio en manteles de cinco estrellas con la apertura de espacios gourmet que den sabor a sus marcas. El deseo de encontrar un escaparate único para sus creaciones, o la intención de diversificar sus actividades económicas, suelen ser las razones que se esconden tras la apertura de estos establecimientos que tienen, como principal objetivo, convertir el concepto del lujo en una experiencia completa para los consumidores. Desde la propia decoración del local, la cubertería o lo vasos, las tijeras de los creadores suelen estar detrás de cada detalle.
Es el caso del diseñador estadounidense Ralph Lauren, quien recientemente ha inaugurado un exclusivo restaurante en pleno pulmón de Manhattan. The Polo Bar, que toma su nombre de la famosa fragancia creada por el modisto, es la tercera aventura gastronómica de este diseñador criado en el Bronx que, al igual que con su ropa, ha creado un espacio donde la idea del sueño americano perdura en el tiempo al abrigo de modas y tendencias. Tal como hiciera con sus dos establecimientos anteriores, uno en Chicago y otro en París, Lauren ha buscado en su último negocio un equilibrio perfecto que simbolice la sencillez, el estilo y el exclusivismo que emana de su marca.
Alejado del minimalismo que invade las cocinas internacionales, y a medio camino entre un country club y las primeras mansiones construidas en Nueva Inglaterra, The Polo Bar respira tradición y olor a madera antigua en cada uno de sus rincones. También sus platos, inspirados en la american cuisine, beben del estilo victoriano y ofrecen a los comensales sabores tan convencionales como un steak cocinado al estilo de Nueva York, o un pastel de cangrejo a la pimienta.