Aunque no es lo habitual, algunas marcas prefieren vestir sus restaurantes con cocineros experimentados que aporten a su cocina el mismo prestigio que ya lucen sus prendas. Es el caso del restaurante que la firma de joyería Bulgari tiene en la Bulgari Ginza Tower de Tokio, y que actualmente regente Luca Fantin, único chef de origen italiano con una estrella Michelin en Asia.
T.L.
También en el mismo país existe desde hace unos años el único restaurante respaldado por Chanel. Con el evocador nombre de Beige, -situado en la planta número diez de la tienda que la marca tiene en uno los barrios más populares de Tokio,- fue inaugurado en 2004 bajo la tutela del conocidísimo chef francés Alain Ducasse. Con tres estrellas Michelin, y el reconocimiento de la comunidad gastronómica internacional, Ducasse ha convertido el espacio en un homenaje a la elegancia de Coco Chanel. Siguiendo la máxima de la creadora parisina de que `menos es más´, el local está decorado con exquisita elegancia en tonos neutros y materiales nobles traídos de Francia y Japón.
Bajo la batuta del chef oriundo Kei Kojima, el concepto de restaurante consiste en mezclar técnicas y platos tradicionales franceses con ingredientes de la cocina japonesa. De esa fusión nacen platos como el ánade real con foie y ensalada local, o el pez asado kuromutsu al apio y la cebolla. El bocado estrella sin embargo es el postre bautizado como Carré Chanel, que aúna chocolate praliné, hojas de oro y cápsulas cristalizadas de azúcar.
Debutantes y aficionados
No sólo las marcas consagradas, sino también algunas tiendas de ropa menos conocidas, se han atrevido a dar el salto que va desde las pasarelas al comedor. Un buen ejemplo es el de los hermanos Caten, creadores de la firma Dsquared2, que recientemente inauguraban un restaurante en Milán.
Concebido como un proyecto artístico más que como un restaurante en sí mismo, Ceserio7, nombre del restaurante, está construido sobre las ruinas de un antiguo edificio imperial reconvertido ahora en un espacio para el placer y el deleite. La vista desde la terraza, donde se reflejan los destellos de las dos piscinas, descansa sobre el nuevo distrito financiero de Milán, convirtiendo los atardeceres de este local en uno de los mejores de la ciudad. En la parte de la cocina, el chef Elio Sirone ofrece un menú inspirado en los sabores italianos reinventados para un paladar contemporáneo. Platos como el salmón marinado en foie gras o el lingüini con langosta, chili y zucchini, son habituales en una carta donde destacan, además, vinos y licores locales.
Pero si algunas marcas se han atrevido a servir el menú completo, otras firmas prefieren centrarse en la parte más dulce del negocio. Es el caso de exclusiva tienda de Prada, que el año pasado se hacía con el 80% de la pastelería más famosa de Milán, Pasticceria Marchesi. Considerada como la crema de la excelencia en la confitería italiana, la firma de moda ya ha comunicado que la pastelería será escaparte de la creatividad y la innovación que siempre han caracterizado a la marca.
Mucho menos conocida pero igual de golosa es la colaboración que desde hace años mantienen la marca de ropa Band of Outsiders y la pastelera Christina Tosi, responsable del negocio de los postres en el Momofuku Milk Bar. Tosi, que está considerada una de las mejores reposteras del mundo, suele preparar una colección especial de galletas inspiradas en las colecciones de la firma. ¿El resultado? Galletas con nombre tan originales como “La Boda Mexicana”, “La Galleta Negra de Sésamo” o “La Galleta de Oro del Gánster”. Moda para chuparse los dedos.